Históricamente, los flamencos no han sido animales fáciles de mantener en cautiverio, pero esto no ha impedido que se haya logrado. Los antiguos romanos consideraban la lengua un manjar, pero es poco probable que tuvieran corrales de estas aves para criar.
El mejor ejemplo de flamencos en cautiverio lo constituyen los zoológicos. Muchos alrededor del mundo tienen alguna colonia, en donde se les ve tan rosados y elegantes como suelen verse en su hábitat natural, aunque claro, su comportamiento social está limitado. Como son aves sociales por naturaleza, forman grandes colonias de cientos o miles de individuos, y en temporada reproductiva se congregan en sitios de anidación en donde todos cooperan para proteger los nidos y velar por la seguridad de chicos y grandes.
El primer flamenco que se crió en un zoológico europeo fue un flamenco chileno.
En el ambiente controlado de los zoológicos están a salvo de los depredadores salvajes pero no pueden interactuar con tantos congéneres como lo harían al aire libre. Esto es un inconveniente significativo, pero por lo regular los grandes zoológicos tratan de mantener juntos a tantos flamencos como sea posible.
El primer flamenco que se crió en un zoológico europeo perteneció a la especie Phoenicopterus chilensis (flamenco chileno); el huevo eclosionó en el Zoológico de Basilea, Suiza, en 1958. 1 año después emergieron ahí dos aves más y posteriormente la población del recinto creció, hasta que los descendientes fueron llevados a otros parques alrededor del mundo. Actualmente se reconoce al Zoológico de Basilea como un centro reconocido por su excelencia y éxito en el mantenimiento de flamencos.
Sin embargo, Busch Gardens Tampa Bay es el parque temático que sobresale por contener una población de más de 300 flamencos del Caribe (Phoenicopterus ruber), mayor que la de otro centro similar. En 1932, el Zoológico de San Diego adquirió sus primeros flamencos de la misma especie y en 1957 eclosionó ahí el primer huevo. La mayor parte de los zoológicos crían flamencos del Caribe, chilenos y comunes (Phoenicopterus roseus). El flamenco enano no es muy frecuente de observar en ellos, y menos el de James y el andino. Por otro lado, se han implementado programas de cría en cautiverio para aumentar el número de flamencos.
Los flamencos blancuzcos tienen menor éxito reproductivo e incluso pueden no reproducirse.
Los zoológicos dicen que la observación de flamencos en cautiverio por el público general es una oportunidad valiosa para aprender aspectos de su vida: cómo lucen, qué comen, cómo se reproducen, etcétera. Cabe decir que necesitan ser alimentados con una dieta especial que debe contener pigmentos que otorguen el color rosado; si su alimentación es adecuada, ellos mantienen su precioso tono, de lo contrario las plumas se tornan pálidas. Los flamencos blancuzcos por deficiencias nutricionales o de pigmentos tienen menor éxito reproductivo e incluso pueden no reproducirse.
Los comportamientos de los flamencos cautivos difieren un poco de sus congéneres salvajes. Por ejemplo, algunos han mostrado indicios de mantener una jerarquía de dominancia; parejas del Zoológico de Filadelfia con más profundo vínculo social parecen tener una posición más dominante en su grupo. Además, las parejas tienden a experimentar una temporada de cría más definida y los polluelos suelen salir del huevo entre mayo y julio.
Es cierto que los científicos han logrado estudiarlos de modo más cercano y se han obtenido datos verdaderamente útiles sobre su vida, incluidos aspectos más profundos como su evolución y su genoma, pero el cautiverio también trae algunos problemas. El más evidente es la incapacidad de los centros para albergar grandes grupos; algunos han resuelto esto al colocar espejos en el recinto de pequeñas colonias de flamencos.
Grupos conservacionistas o personas que están en contra de mantener a los animales en el encierro hacen énfasis en las necesidades especiales de estas aves gregarias y de las enfermedades que suelen adquirir únicamente en los parques zoológicos o semejantes. Al respecto, la pododermatitis es uno de los problemas de salud más graves en los flamencos recluidos.
En algunos zoológicos se lleva a cabo la práctica de cortar parte de las alas para evitar que escapen volando.
Se trata de una enfermedad producida por factores del clima, el suelo, el ecosistema y dos principales bacterias: Dichelobacter nodosus y Bacteroides necrophorus, aunque se le considera un padecimiento que ocurre por la conjunción de muchos factores. Provoca lesiones en las patas de estas aves, incluso entre los polluelos y jóvenes. Si las lesiones se abren, ofrecen una vía de entrada para otros microorganismos nocivos que podrían desencadenar el agravamiento del estado de salud.
Otro problema es la práctica de cortar parte de las alas para evitar que escapen volando. No se realiza en todos los zoológicos, y en algunos países está prohibida o restringida. De acuerdo con la organización Captive Animals’ Protection Society (Sociedad Protectora de Animales en Cautiverio), los flamencos con las alas parcialmente mutiladas tienen poco éxito reproductivo, pues se afecta la movilidad y el equilibrio necesarios para el apareamiento.
Nunca es fácil hablar de animales en cautiverio. Sin embargo, muchas personas pueden estar de acuerdo en que es una condición delicada y que si no es completamente necesaria, podría tener más desventajas que ventajas. Desde luego, esto depende de muchos elementos, pues cada caso es específico.