Uno de los hábitats más inhóspitos e inaccesibles para aves es todo cuerpo de agua con alto nivel de alcalinidad, y los flamencos son unos de los pocos animales que están especialmente adaptados a la vida en tales sitios. El problema es que durante las últimas décadas el calentamiento global está haciendo de las suyas, y amenaza con hacer peligrar gravemente el hábitat y por lo tanto la vida de los flamencos.
¿Por qué importan las temperaturas?
Como todo animal, los fenicoptéridos dependen de su hábitat para alimentarse, aparearse, incubar a sus huevos y criar a los polluelos. No se les considera animales eminentemente migratorios, aunque están facultados para viajar hacia otras regiones si los alimentos escasean en su zona habitual. Sin embargo, mientras que aves como las golondrinas comunes migran periódicamente hacia regiones con presencia de prados, herbazales y zonas agrícolas, los flamencos solo pueden llegar a regiones cuyos cuerpos de agua contengan los alimentos que son capaces de ingerir por filtración: algas, diatomeas y diversos organismos pequeños.
En los lagos alcalinos, los humedales, las lagunas costeras, los estuarios, las marismas y demás hábitats existen algas que colorean el agua de rojo o bien, crustáceos y moluscos adaptados a la vida en aguas altamente alcalinas. Puedes imaginar que no existe una amplia diversidad de alimentos, y en algunos lagos, como el Natron en Tanzania, la vida solo es posible para las especies endémicas. Es este lago endorreico la única zona de cría para millones de flamencos enanos, que figuran como animales en la categoría “Casi Amenazado” de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
El nivel del mar a nivel global podría aumentar más de 60-69 centímetros, lo que afectaría a sus nidos.
Cuando la temperatura de la atmósfera aumenta, la tasa de evaporación del agua también aumenta y entonces algunos cuerpos de baja profundidad comienzan a secarse en algunas partes. La sal no se evapora, sino que permanece en la zona o en el agua que queda. Esta hipersalinidad es capaz de afectar a los organismos, entre los que puede encontrarse muchos que los flamencos comen, o puede beneficiar la reproducción de las cianobacterias o algas verdeazules que conforman parte de su dieta común.
Muchos de sus hábitats costeros son muy vulnerables a las inundaciones cuando el nivel del mar se eleva, lo que sucede cuando el hielo de los glaciares se derrite. Se calcula que en los próximos 100 años, el nivel del mar a nivel global podría aumentar más de 60-69 centímetros. Estas aves son precavidas y acostumbran construir nidos de unos 30 centímetros de altura en cuya zona superior colocan el huevo. Pero las inundaciones no avisan, y si las aguas suben de forma rápida los nidos, los huevos y hasta los polluelos corren el riesgo de desaparecer.
Las alteraciones en el agua afectan a los organismos acuáticos, y después a los flamencos que se alimentan de ellos.
De hecho, algunos científicos creen que el aumento de temperaturas es factor para el advenimiento de un clima impredecible que puede volverse extremo en muchas regiones del mundo. Esto conllevaría la formación de fenómenos naturales en un nivel y frecuencia mayores. Quizá se formarían huracanes más fuertes o sequías duraderas. Estas alteraciones afectan los recursos alimenticios, así que los flamencos se verían obligados a realizar desplazamientos para conseguir más comida.
La pérdida y variación en el nivel de agua y calidad de los lagos, humedales o cualquier hábitat de los flamencos altera el equilibrio natural. En pocas palabras, las alteraciones en el agua pueden afectar primero a los organismos enteramente acuáticos, y eventualmente a los flamencos que se alimentan de ellos. Uno de los principales inconvenientes es la dificultad de predecir y calcular los efectos del calentamiento global, y hasta el momento solo se tienen sombríos augurios. El reto en el presente es prevenir.