Antes de los humanos ya estaban los animales, pero las personas tienen la ventaja de adaptarse a casi cualquier región del mundo y sacar provecho de los recursos naturales que tiene a su alcance. La relación entre los flamencos y los seres humanos se remonta más atrás de las primeras grandes civilizaciones del mundo, pues los humanos, quizá atraídos primero por su espectacular anatomía o su necesidad de alimentación, no dudaron en acercarse a unas aves hoy fácilmente reconocidas entre la fauna acuática.
Pueden distinguirse 3 amplias partes de la relación humano-flamenco. En primer lugar, los fenicoptéridos como parte de su cultura; en segundo, los humanos como responsables de las afectaciones de los flamencos y en tercer lugar, las personas como parte de los esfuerzos por conservarlos.
Por la evidencia de una pintura rupestre localizada en el sur de España, se sabe que Homo sapiens se topó con los flamencos en tiempos prehistóricos. Es probable que el rango geográfico de estas aves haya sido más amplio que en la actualidad, por lo que varios pueblos de Europa, África, Asia y América se encontraron cara a cara con ellas.
Fueron objeto de caza para ser consumidos por los emperadores romanos.
En el interior de la intrincada cultura humana, los flamencos han aparecido en la mitología y en varias disciplinas artísticas. Sin embargo, de ser considerados encarnaciones del dios Ra de los antiguos egipcios, también fueron objeto de caza para ser consumidos por los emperadores romanos. Una de las referencias culturales más inmediatas es el libro y las adaptaciones cinematográficas de Alicia en el país de las maravillas, donde se inmortalizó al flamenco como el animal con el que Alicia es obligada a jugar al croquet. Y aunque hoy se considera que el origen del nombre del baile flamenco no está relacionado con el ave, se barajó la posibilidad de que la palabra se derivara de la asociación con la figura y movimiento de las bailaoras.
Una arista negativa: en conjunto, todos los problemas que las acciones del hombre generan en la vida de los fenicoptéridos. No se ha alcanzado el impacto como en los casos del rinoceronte blanco o el lince ibérico, por ejemplo, pero mientras que ninguna especie está en peligro de extinción, la contaminación, la reducción de hábitat, la caza y otros factores amenazan su calidad de vida. La recolección de sus huevos para consumo humano es una práctica que se realiza desde hace varios siglos atrás, pero ha tenido efectos desastrosos en algunas poblaciones.
Los flamencos son muy sensibles a la perturbación humana, y pese a que no se les cataloga como animales agresivos, son capaces de defender su nido o sus polluelos de los depredadores. Por otro lado, no es recomendable acercarse a ellos o a sus sitios de anidación, ya que si esto ocurre tienden a experimentar un bajo éxito reproductivo, lo que, siendo ya bastante malo, se agrava aún más ya que las especies solo ponen 1 huevo (muy rara vez tienen 2) por nidada. En algunas regiones, los hábitats están contaminados con plomo, cenizas de sosa y otras sustancias que llegan al suelo y agua como resultado de actividades mineras.
Los flamencos son animales difíciles de mantener en cautiverio.
Los flamencos son difíciles de mantener en cautiverio, por lo que los programas de cría han tenido dificultades salvo algunas excepciones, como la realizada por el Zoológico de Basilea, Suiza. No obstante, muchas organizaciones han implementado investigaciones y programas de conservación, lo que representa el lado positivo de la relación entre los hombres y los flamencos.
Es verdad que el hombre nunca ha llegado a domesticar a los flamencos y tampoco a depender de ellos, por ende, no todas las personas han tenido la fortuna de estar cerca de uno. Queda el deseo de que permanezcan en la Tierra por todo el tiempo que reste, y a las personas, el maravilloso paisaje de una salina cundida de flamencos.